CRONICA DE UN FUNERAL
Era un día cualquiera hasta que llegué a casa
por la tarde y me entere de su muerte. Era una “tía” lejana (de esas que ya ni
recuerdas que son tu familia y que tiene mucho desde la última vez que la
viste) pero ir a su funeral es obligatorio.
La muerte encierra ese misterio encantador que
genera tanta atracción como rechazo, vestir de negro, colgar un moño en la
puerta no divertirse es una forma de hacer homenaje o de atarnos a un ser que
creemos nos observa desde el mas allá cuando nunca lo vimos cuando estaba en el
mas acá.
El vestir de negro es una obligación extraña,
aunque yo no sabia que blusa elegir pues todo el tiempo visto de negro, la
gente va por respeto a mostrar un luto que a veces no siente, es un respeto incluido
lo que aparentamos ante un cadáver.
La tradición obligada marca una gran
diferencia a esos funerales modernos hechos en cualquier “funeraria” que te
cobra por el espacio y en el cual la gente llega con flores, velas y se le
ofrece solo café o refresco. No es solo “velar” y enterrar, es el hecho de
reunir a la familia ante la desgracia y recordar los buenos momentos juntos. Se
equivocan si piensan que es exclusivo del día de muertos.
Mi abuela, como siempre, intenta rescatar lo
olvidado y corre a comprar flores, velas y pan. Las flores son puestas ante la
caja recién llegamos y las velas son entregadas a las hijas. El pan (así como
diversidad de comidas) son repartidas en la noche para los acompañantes del
duelo. El olor de flor y velas es profundo. Ves por ultima vez la cara de tu
tía, te persignas y prefieres pensarla como la era en vida y no como un frío
cadáver a punto de putrefacción.
En la noche rezos infinitos son coreados ante
el cadáver. Afuera en la calle, una carpa con mesas y sillas indica en general en Tuxtla(y muchos otros
pueblos chiapanecos) que hay velación, no se usa eso de pagar funeraria, el
muerto se vela en casa, el alma no debe moverse mucho, “es malo” refiere mi
abuela, pero no explica las consecuencias.
Mientras rezan, afuera mucha gente esta
cenando (tamales o lo que la familia haya preparado), se les pasan cartas y
barajas para entretenerse, beben café y por el frío o la tristeza alguna copa
de alcohol (jugo de curtidos, tequila o licor de caña).
Las horas pasan, mucha gente se queda ahí
hasta que amanece. Y mucha familia se va a dormir unas horas y a prepararse
para el entierro.
“la vida es como una efímera hoja que pende de
un hilo” todos lo sabemos, la mayoría vimos el “Rey León” y eso del “ciclo de
la vida”, pero la muerte no solo debe respetarse, también se sufre y duele. Se
llora no por que haya dejado de sufrir, se llora y se reclama la ausencia. El
enojo por el sentido de abandono y todo lo que no pudimos decir a tiempo se
convierten en un nudo que se desenreda con cada lágrima derramada.
El féretro acude a una misa antes de su
destino final. La gente a pie camina atrás de el cargando flores.
Al llegar cerca al “hoyo”, la familia mas
cercana se despide ya por ultima vez, muchos abrazan la caja y algunos lloran.
Dos hijas de la fallecida (también ya
mayores de edad) dan desgarradores gritos como “yo me voy contigo”, “Dios ¿Por
qué te la llevaste?”, “¿Qué voy a hacer sin mi madre?”. Entre tanto grito y
abrazo no dejan que la caja avance. Y algunos presentes entran en un estado de
shock ante tanta lágrima que ya ni respirar puede. Cercanos a ellas les pasan
un poco de alcohol para poder reanimarlas. Mas de un familiar me dio la
impresión de estar ebrio, mas de uno también daba la impresión de llorar por
todo lo que no hizo, más que dolor era su conciencia reclamando por como se
porto con la muertita.
Todo ese capitulo enmarcado con una marimba y
una pequeña batería de fondo, tocando canciones que según el chisme popular
eran las que mas le gustaban a la tía y las que pidió para que la enterraran.
De la marimba cuelga una lona publicitaria para el grupo musical, enmarcado el
letrero dice:
“Amenizamos todo tipo de eventos:
Bodas, XV años, bautizos, aniversarios y
funerales. El repertorio para que ud. Se lo pase de lo mejor”
Un poco irónico que cantemos y disfrutemos las
canciones en un entierro.
No era prudente que me acercara más de lo
debido al entierro, los hermanos, hijos y nietos debían estar cerca. Entre
tumbas disparejas aledañas la gente se amontona.
El sepúltelo ya esta preparando la mezcla de
cemento, arena y agua para la lapida. El padre da la última oración y la gente
guarda silencio. La primera pala con tierra se deja caer y el cemento viene
después. A cada palazo echado el sepulturero escupe al lado contrario, según el
así aleja las malas vibras. De lejos una señora embarazada observa todo, ni si
quiera se acerca un poco al entierro, pero eso no evita que la regañen por
imprudente. Ir a un funeral/entierro en su estado es peligroso, dice la gente
que tu bebe nacerá con pelos por todos lados, se enrollara el cordón umbilical,
y le entrara frialdad y un sin numero de desgracias que parecen muy horrendas.
En mi ignorancia yo no iría a un sepulcro por sanidad, el polvo y las bacterias
podrían enfermarme.
Los nietos mas pequeños me rompen el corazón,
apenas saben que es la vida y no creo que sepan que es la muerte, pero la
ausencia hacen que lloren desconsoladamente. Colocan las flores sobre el
cemento fresco para despedirnos, la lapida aun no tiene cruz. La familia invita
a los “rezos de la novena”, un conjunto de rezos a lo largo de 9 días a partir
de hoy, el noveno día se les da cena y café a los acompañantes y un día después
se le coloca la cruz de madera provisional a la tumba. Los rezos seguirán hasta cumplir 40 días se harán rezos y se
llevara la cruz definitiva.
Al salir nos dirigimos a la casa de los rezos,
donde se velo al muerto para desmontar y colocar un sencillo altar para la tía.
Se levanta la basura con la mano y no se puede barrer. Una creencia popular dicta
que si se barre el lugar donde se velo un muerto, alguien de la familia morirá
pronto. Mi abuela dice que cuando mi bisabuela murió, los atarantados de mi
papa y mi tío barrieron al otro día el lugar a pesar de los regaños. Pero que
yo sepa nadie de la familia murió por eso.
Las tradiciones se niegan a morir entre nuevas
modas citadinas que nos alejan de todo lo que esta lleno de significado y
sentido.
La muerte, nuestra amiga, compañera y un total
misterio. Aun en el rito acostumbrado de festejarla a inicios de noviembre no
la terminamos de conocer. Lo único cierto es que algún día todos los que
nacimos vamos a morir.
Y como dice el viejo panteón de Chiapa de
Corzo:
“ama este lugar que te esta esperando, solo faltas tu”
Y lo único seguro es que algún día nos tendremos que morir...
No hay comentarios:
Publicar un comentario